-¿Puedo besarte?
Mi sonrisa se derrumbó, me quedé mirando a mi mejor amigo.
-¿Perdona?
-¿Puedo besarte?
-¿Para qué narices?
-Para saber cómo es.- Contestó Callum.
¡Qué asco! Me tapé la nariz, no podía soportarlo. ¡Besarme! ¿Por qué Callum quería hacer algo tan.. tan asqueroso?
-¿De verdad quieres?- Pregunté.
-Sí, quiero.
-Vale, hazlo.- me tapé la nariz otra vez.- ¡Pero que sea rápido!
Callum se arrodilló a mi lado. Giré hacia él la cabeza, observando con cierta curiosidad qué iba a hacer después. Él hizo lo mismo. Incliné la cabeza hacia la derecha y él hizo lo mismo. Estaba moviéndose como si fuera mi reflejo en un espejo o algo así. Puse las manos en su cara para mantenerlo centrado.
- A ver, ¿quieres que me incline a la derecha o a la izquierda?
-Umm... ¿Hacia que lado suelen poner las chicas la cabeza cuando besan?
- ¿De veras importa? Además, qué se yo. ¿Te crees que he besado a un chico antes?
-Ponla hacia la izquiera entonces.
-Sí, ¿mi izquierda o tu izquierda?
-er... La tuya.
Lo hice como me había dicho.
- Hazlo rápido antes de que me salga una contractura.
Callum se humedeció los labios antes de que su cara se moviera lentamente hacia la mía.
- ¡Oh no!.- me eché hacia atrás- Sécate los labios antes.
- ¿Por qué?
-¡Acabas de chupartelos!
-¡Ah vale!- Callum se secó con la parte de atrás de la mano.
Me moví hasta volver a mi posición original, manteniendo mis labios fuertemente unidos. Me pregunté qué debía hacer con ellos,¿apretarlos? ¿O sonreír para que parecieran más anchos y apetecibles? Sólo había besado a mi almohada antes, para practicar. esto era bastante diferente, pero igualmente idiota.
-¡Date prisa!
Mis ojos estaban completamente abiertos mientras veía como la cara de Callum se acercaba poco a poco a la mía. Sus ojos grises también estaban abiertos, incluso me estaba quedando bizca de tanto mirarle. Y entonces sus labios estaban tocando los míos, ¡qué divertido!. Esperaba algo duro y seco, como la piel de un camaleón. Pero no, era suave. Callum cerró los ojos y yo hice lo mismo. Nuestros labios seguían tocándose. Él abrió la boca, haciendo que la mía se abriera al mismo tiempo. Su respiración se juntó con la mía. Y entonces, sin previo aviso, su lengua tocó la mía.
-¡Qué asco!.- me aparté.- ¿Para qué has hecho eso?
-No ha estado tan mal...
- No quiero que tu lengua toque la mía.- negué con la cabeza.
-¿Por qué no?
-Porque... se va a mezclar nuestra saliva.
- ¿Entonces? Se supone que es eso.
Reflexioné.
-Valeeeee. ¡Las cosas que tengo que hacer por ti , eh! Vamos a intentarlo otra vez.