31 de mayo de 2010

Puedo jurar que, a pesar de los cientos de kilómetros que me separan de él, puedo sentir sus manos alrededor de mi cintura como si estuviera ahora mismo a mi lado. Cada una de sus palabras hace eco en mi mente, produciéndome una sonrisa irrepetible, como cada una de las que siempre él me produjo. Es raro saber que estamos más lejos de lo que lo hemos estado y, sin embargo, sentirle más cerca que nunca.
Te admiro, mucho, por todo lo que haces. Y, sobre todo, te echo muchísimo de menos. Me he dado cuenta de que nuestra amistad vale millones y que ninguno de mis enfados tontos va a poder con ella nunca, porque es mucho más fuerte que todo eso. Prometí escribirte cada día que pudiera, contarte todo lo que pasaba aquí, para que fuera como si nunca te hubieras ido, y eso hago. Me alegro muchísimo de tenerte conmigo, de poder leer tus palabras y seguri tus consejos.

Cuento los días que me quedan para verte.

Tequieromuchisimo, como siempre lo he hecho :)

4 de mayo de 2010


Parece que todo ha cambiado. La luz hoy es más oscura, el camino es más largo, la hora nunca llega. La gente sonríe, feliz, alguien ha conseguido hacer realidad sus sueños y eso no es nuevo. Lo que es nuevo es que yo no sonrío con ellos. La perfección no es perfecta, está desordenada, no eligió bien los colores. La primavera ha perdido su encanto. Sí, es verdad, todo ha cambiado.

Aunque esa es sólo la primera opción. La segunda es que la que ha cambiado soy yo y, en realidad, eso tiene más sentido. No ando con la sonrisa que suele caracterizarme, no miro con la misma alegría de siempre, no veo el lado positivo a las cosas, siempre negativo. Eso sí, negativo lo he visto siempre, pero había algo que aún me hacía pensar que podría ser cierto. Algo que me ayudaba a seguir intentándolo una y otra vez. Algo que ahora se ha perdido, algo que llamaban ilusión.