19 de septiembre de 2012

See you soon, summer.

Se acabó el verano. El mejor verano de mi vida. He sentido explotar la pasión en mis venas. Qué bonito es encontrar a alguien que en una semana te hace pasar momentos mágicos. Saber que la historia tiene fecha de caducidad y que sea precisamente eso lo que te hace vivirla intensamente. Sin preocupaciones, ni demostraciones, lo único que importa es pasarlo bien. Te acuestas a su lado y, al despertar, él tiene un "Good morning, baby" preparado para ti. De vuelta en casa, me encanta recordar todas aquellas noches sin fin en las que bailé sin parar, como si no hubiera mañana, sus besos y sus palabras. Aquellos "I prefer Spanish girls, well, not true, I prefer you". Guardé los pétalos de la rosa que me regaló, solo para conservar los buenos momentos. Nunca le pedí amor, pero me lo dio, me lo hizo sentir en cada rincón de mi cuerpo. 
Y ese solo fue el principio, parece tan lejano ahora... Después vinieron los nervios, las notas, las alegrías y las pequeñas decepciones, las esperas, los enfados por matrículas imposibles, las tardes de calor en la piscina.
Y Salamanca, Jávea, Inglaterra. Momentos que guardaré conmigo para siempre. Con sus canciones. Sus "Hey, I just met you, and this is crazy, but here is my number so call me maybe". Los largos paseos por la playa, los incontrolables ataques de risa. Con Spoons, Fusion, P and P y los cócteles tropicales. Momentos de convivencia en los que te das cuenta de lo que verdaderamente significa la palabra amistad, y que en ella "distancia" no significa absolutamente nada: lo importante es llegar y que fuera como si no hubiera pasado el tiempo.