29 de mayo de 2013


Silencio. Ese que habían dejado todas sus risas, ya no se oían ni siquiera en sus recuerdos. Y entonces, zas, tan de repente, recuperó la ilusión perdida. 
Lo más raro fue sentir de nuevo a las revoltosas mariposas de su estómago, llegaban casi a flor de piel.  
"Todo lo que baja, vuelve a subir". Le habían dicho tantas veces aquella frase que ni siquiera ya se molestaba en contestarla en voz alta, se había acostumbrado a la vista desde el suelo y había ya olvidado aquella sensación de tocar el cielo con la yema de los dedos. 
Había sido el silencio. El silencio antes de aquel beso el que le había devuelto las ganas. El que le había subido a la cima con tanto amor como cuando sus padres la llevaban en brazos a la cama, cuando se quedaba dormida en el sofá viendo la eterna película de Disney que le encantaba, sí, esa del zorro y el perro. 
Ahora que había crecido, se había dado cuenta de que el zorro y el perro no eran nunca amigos... Pero, ay, la zorra y la perra qué unidas estaban cuando les convenía. Y qué pocos príncipes quedaban, y cuán  divertido era el lobo feroz.
Y alli mismo, se prometió a sí misma recordar no volver a olvidarlo.

7 de mayo de 2013


Después de mucho pensarlo me he dado cuenta de que las personas no te hacen feliz. Tampoco los actos, ni los minutos, ni las horas, ni las palabras. Ser feliz es una decisión. Es la decisión que más nos cuesta tomar, porque ni siquiera nos damos cuenta de que somos nosotros mismos los que optamos por esta opción.
Preferimos quedarnos en lo fácil, no mover un dedo, y no nos damos cuenta de que eso es exactamente lo único que nos separa de la felicidad.