26 de julio de 2012


Hoy vuelve a ser un día soleado. Pero nunca pasará desapercibido que ayer no lo fue. Para mí, los días de tormenta tienen algo especial. Mucho más bonitos que aquellos en los que el Sol brilla pleno. Me identifico con ellos; me gusta pensar que puedo ser como una tormenta a punto de estallar, llena de rabia y a la vez algo tan magnífico. Pero no sólo me gustan por eso. También está el hecho de que me traen buenos recuerdos. La primera vez que alguien juntó sus labios a los míos fue en un día de tormenta. He pasado muy buenos ratos bajo tormentas londinenses...
Para mí, no hay nada más relajante que abrir la ventana mientras esta lloviendo, para que el olor a tierra mojada invada mi habitación. Me da igual estar en la calle y mojarme, cuando el aire se limpia y llena por completo mis pulmones con un grito de felicidad.