5 de noviembre de 2014


En el mundo hay muchos tipos de personas. Están esas que andan por la vida como si fuera un museo, lentamente, seguros de hacia dónde van, conscientes de que "se mira, pero no se toca". Luego están los valientes, los que pase lo que pase se lanzan al vacío y no importa cuántas veces caigan, siempre encontrarán la manera de levantarse. Me gustan mucho los buenos, los que van regando el mundo de cosas bonitas, los que parece que hacen de su vida una campaña de Manos Unidas. Y así podría tirarme horas, describiendo muchos más tipos y no descubriendo nada nuevo. Pero, por supuesto, lo único que quiero es contaros lo que nos pasa con uno de mis tipos de persona favoritos. Esa persona que, teniendo tú todas las cosas claras, llega a tu vida y pone el mundo patas arriba. Y te hace un lío, y ya no sabes si es blanco o negro, pero te da igual, porque está ahí para aclararte las dudas. Ese tipo de persona que hace que tu nombre suene especial, que sin querer se hace hueco en tu corazón y lo hace rápido, y pasa de no ser nadie para ti a hacerte falta. 
Esa persona que consigue hacerte reír y temblar a partes iguales. Que, de repente, como de la nada, aparece en tu mente y ya no puedes dejar de pensarla. Esa persona por la cual dejas de dormir todas las noches, porque ni siquiera te das cuenta de que ya son las dos de la mañana y aún sigues hablando con él, y la conversación nunca se acaba. Esa persona que te hace arder, y cuando se te acerca, sabes que ya no hay escapatoria. No tienes escapatoria, y tampoco quieres buscarla, porque nunca encontraste mejores brazos para hacerte de manta, ni mejores besos para volverte loca. Esa persona a la que consigues hacer reír, y el mundo entero ya da igual. Esa persona que derriba tus murallas, aquellas que parecían tan fuertes, con las que nadie podía, en un abrir y cerrar de ojos. El culpable reincidente de tus hoyuelos con agujetas. El de la risa de niño, que se sonroja hasta las orejas y nunca sabe si será capaz de sostenerte la mirada o se rendirá con ella. Ese que te hace sentir enorme cada vez que te llama pequeña. Y es que ahora,ya no eres capaz de imaginar el mundo sin él,es que es él o desde luego no es nadie.