23 de octubre de 2013


Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. Nos pasamos los días entre extremos, y no nos damos nunca cuenta de que hay una enorme gama de grises, de los que pegan con todo. Nosotros mismos somos los que pasamos de la felicidad absoluta a la profunda tristeza, de estar de acuerdo a no compartir ni una palabra. Pasamos de querer darlo todo a abandonar, tan pronto como parpadeamos. Como decía un gran sabio: "Un día tuerces una esquina, y te tuerces tú también". 
Y estos cambios hacen que nos dejemos los grandes detalles por el camino. Dejamos un rastro de miguitas detrás nuestro, miguitas que los demás van encontrando. Llamadme loca si queréis, pero siempre digo que mi mayor afición es aprender. Aprender de lo que todos me van dejando, de lo que me deja la vida.