31 de diciembre de 2013


Sólo nos quedan tres escasas horas de este año 2013. Otro más que se nos va, y otro nuevo que nos llega. Se pasan tan rápido que casi ya los contamos como si fuesen días.
Así como el 2012 fue el año de las grandes alegrías, el 2013 ha sido el año de las grandes lecciones. Y casi puedo decir que saco mucho más de él que de el anterior.
Aún con eso, al sentarme ahora delante del ordenador y hacer balance, el 2013 también me saca una sonrisa. Y, una vez más, no se debe al año en sí; sino a todos los momentos que han hecho de cada segundo, un segundo más para recordar. De todos los que recuerdo, en ninguno he estado sola.
Siempre he estado acompañada, cuando más lo necesitaba y también cuando no.
Ha habido alguien ahí cada vez que quería compartir una sonrisa, un chiste malo (de los que me gustan más que ninguna otra cosa), o cuando veía que el mundo se me venía encima y necesitaba parar un momento a respirar. Eso es lo mejor que llevo yo del 2013.
Me llevo a grandes personas, grandes amigos que sé que, pase lo que pase, seguirán estando a mi lado en los mil momentos que nos esperan en el nuevo año, igual que en el pasado y en todos los que vendrán.
Gracias, a cada uno de vosotros, por ser todo lo que tengo y por hacer de mí todo lo que soy.
¡Os quiero con locura!